La pandemia, el pretexto para victimizarnos
Sí, hay una pandemia terrible. ¿Pero por qué victimizarnos?
En estos tiempos de pandemia, ¿vive usted con la incertidumbre de qué pedirá en su servicio de entregas a domicilio? ¿Es usted de los asalariados que tienen la fortuna de vivir bajo el yugo opresor del home office (o teletrabajo en nuestra adorada lengua)? Pos que cree, a mi juicio, usted tiene la oportunidad de vivir lejos de la realidad que aplasta a un gran número de personas en el país.
Por diversas razones, gran parte de la población mexicana vive al día y es feliz con lo que tiene, aunque usted no lo crea.
Si usted cree que vivir al día es tener su sueldo seguro depositado religiosamente de manera quincenal en su tarjeta de débito y que no le alcance para desayunar diario en el París16, comer en el Bellinghausen o en la Maison Kayser y el fin de semana darse el lujo de comprarse unos zapatitos de $2,000 pesos porque estaban en oferta…lamento decirle que por fortuna usted no sabe lo que es vivir al día y su patrimonio padece de una mala administración de sus recursos.
Si necesita ayuda con eso, el maestro y superstar tuitero @Jugglerowsky le puede dar unas clases (y una cachetada) (y otra por si acaso) con sus hilos de economía para la vida real.
Vivir al día
Imagine que gana unos…$200 pesos al día libres de impuestos y que debe de pagar su transporte, alimentos y de cuando en cuando una caguama o una medicina (ninguna de ellas patrocinadas por Ricardo Anaya o el inexistente INSABI)…y ya, eso es todo su ingreso.
Pero y entonces, ¿por qué la gente vive con $200 o menos y sale diariamente a pagar un transporte y comer en la calle? Principalmente porque no tienen otra forma de subsistencia.
Piense, por ejemplo, en un operador de transporte público. Usualmente es gente que la pasó mal y remal en su infancia, creció y se hizo fuerte en la calle y encuentra que transportar gente es su único talento.
Esa persona, a quien usualmente no se visibiliza como una parte de la cadena de suministro a la atención de la pandemia, lleva a las enfermeras, camilleros, personal de seguridad, personal de limpieza, porque las salas de emergencia no se higienizan solas (sanitizan es un anglicismo, no lo use por fis), y a muchos médicos principiantes del sistema de salud.
Dicha persona invisible para muchos hace posible que estas personas lleguen a sus centros de trabajo para dar la cara ante la emergencia: sin los operadores y los dueños de los transportes concesionados mucha gente no podría llegar a sus trabajos y aún tener un poco de dinero para llevar a su casa. Todas estas personas no tienen de otra, no pueden hacer home office.
Como estos ejemplos, hay para aventar.
Piense en la central de abastos, porque pues sí, mucha pandemia y todo pero hay que comer, y la mayoría de los supermercados, fondas y restaurantes se surten justamente ahí donde diariamente comerciantes, cargadores, personal de seguridad, choferes, agricultores, ladrones y demás participan del ecosistema de la central de abastos. No tienen de otra.
Ahora piense en los comerciantes formales al menudeo, misma historia en chiquito; los comerciantes informales, los tamaleros, los esquiteros, los de las hamburguesas de la esquina, los taqueros y así. Ellos sí van al día.
Así que la próxima vez que esté a punto de quejarse de nuevo por algo de su trabajo, piense: ¿qué puede hacer usted para solucionar o aportar en la solución? Su queja seguramente es válida y valiosa para la organización, pero si sólo se queja es porque también está en su zona de confort.
Los de RH le dirán que piense fuera de la caja para aportar una solución al clima laboral, pero yo le pediría que no lo haga…mejor amplíe su caja. Quéjese y anótelo. Dese cuenta de lo que esa queja le hace sentir y anótelo. Dese cuenta de que esa emoción lo tiene atorado y pare. Respire…¿Ya? Ahora HÁGASE CARGO.
De nuevo, en liga con el artículo previo de Eduardo y el mío propio, no piense en que le va a solucionar el gobierno, su empresa, su jefe, su esposa, sus padres o su país y piense en que puede hacer usted por la situación y eventualmente por todas estas personas.
Con o sin pandemia, recuerde, todos estamos conectados. Haga su parte, quéjese (si le gusta perder su valioso tiempo) pero no se quede ahí, hágase cargo de sus decisiones y pase a la acción buscando el bien de usted y de su prójimo.