Bitácora

Conclusión inatingente o la constante de la evasión. ¿Y el animal?

13 Jul, 2021

Las discusiones estériles existen por necios y cómplices de cualquier conclusión inatingente.

Es tan fácil propalar falacias como que la gente las crea. Que sin el menor asomo de lógica las den por hecho e incluso las hagan suyas. De las «fuentes confiables» al «me lo dijo un amigo», cualquier cosa es posible. Al desconocimiento se le confronta con datos, pero para necios la evasión siempre será un recurso disponible. Nada nuevo, pues Aristóteles ya hablaba de que todas las falacias lógicas podían ser reducidas a ignoratio elenchi, o conclusión inatingente, que consiste en presentar un argumento que puede ser o no válido, pero que desvía la discusión hacia un tema aparte que no tiene relación. Si no es intencional, se trata de un error cada vez más frecuente.

El problema principal de las discusiones estériles es que fortalecen la sinrazón, dejando los puntos prioritarios o relevantes ocultos en una bruma espesa de dimes y diretes que acaban enteramente en lo personal. ¿Quién tiene razón? Da lo mismo, en la competencia de personalidades el idiota es el otro. Así, por ejemplo, lo que pase en Cuba terminará siendo anecdótico y las confrontaciones se quedarán entre los camaradas Gucci y revolucionarios de Twitter que cantan loas a Fidel, en contra de todos los demás que son opositores por default. Los adjetivos calificativos, al gusto de los involucrados.

¿Qué hay que analizar de Cuba? No mucho. Es un país paupérrimo y sin libertades que vive de fantasías ideológicas. Está condenado al fracaso por siempre y sobrevivirá de las dádivas extranjeras que aplaudan el sentir revolucionario de caciques con una vida llena de privilegios, así como de cierto turismo que, si no curioso o algo aventurero, es bastante crédulo de los cuentos que hablan de las bondades del socialismo. Simple y llana dictadura que vive de la fama de sus muertos, pero que tiene entusiastas seguidores en todo el orbe que fungen como cómplices de propaganda o simples promotores ingenuos. 

¿Alguien podría negar lo que digo? Desde el punto de vista lógico, probablemente no, pero recordemos que en estos días no se necesita lógica alguna para discutir.

Las discusiones deben tener un propósito

Están de moda los debates o mesas de discusión. Son un recurso fácil de contenido, tratan temas de interés general y su calidad dependerá de la preparación o aptitud de diálogo de los participantes. Se necesitan datos duros, fuentes y sustento de la información, o al menos una capacidad razonable para interpretar e intercambiar ideas, pues en el reino de la subjetividad es mucho más importante saber que simplemente creer. ¿Cómo es que Sebastián Ramírez Mendoza, Coordinador General de Comunicación Ciudadana de la CDMX, llega a decir que la prensa en México es inmunda? Por mera creencia, porque es imposible que pueda comprobar sus dichos.

Si acaso se refiere a que los medios critican injustamente el proyecto de nación del licenciado y su caterva de aduladores, tendría la oportunidad de mostrar datos que contrasten con tal o cual información. El problema es que no cuenta con ellos, por lo que es más fácil ceñirse a la siempre confiable perorata de los débiles que acusan complots en su contra y apropiarse de palabras, frases o conceptos que refuercen su postura. Y como una creencia no necesita estar sujeta a ninguna razón, podrás permanecer inamovible en tu zona de propia seguridad. 

¿Existe Dios o no? Nadie lo sabe. Es más, ninguno lo puede probar realmente, pero las creencias son y están en cada quien. Por eso, más que nunca, es importante la confrontación a la luz de la razón, aun cuando no haya posibilidad de diálogo. En el clamor de las redes sociales se puede señalar a esos hombres y mujeres de barro que ante cualquier tema, tendrán a la mano alguna conclusión inatingente o, de plano, mentiras arteras. Lo hacen diariamente con cinismo para mantener viva esa confrontación, para legitimarse y persistir mecánicamente en ideologías donde no se necesita saber, sino creer. Como un mantra.

Para cada refutación ignorante o la intención de eludir la cuestión, mejores razonamientos, con datos, sin perder de vista el punto relevante de lo que se discute. Se necesita enfoque, atención, síntesis. Entre más calidad, más posibilidades de abonar a un mejor entendimiento o a decisiones certeras en aquellos que lleguen a puestos de poder o influencia el día de mañana. 

Es como preguntar al interlocutor: ¿y el animal? Así como exclama el desconcertado payador en el sketch de La Payada de la Vaca al no obtener la respuesta que esperaba en octosílabos precisa, que en el final finaliza y empieza por adelante, que debe tener ocho versos y ser de rima elegante.

El mejor ejemplo de todo esto que les acabo de decir, pero con el inmejorable sentido del humor de Les Luthiers.