Comunicación

Twitter: La mejor red del mundo, la más democrática.

Veloz, concreta, creativa.

La red donde está prohibido amargarse.

1 Ene, 2021

En Twitter no hay hashtag que por mame no venga.

Mi experiencia con Twitter podría ser la de casi todos los usuarios: abrí una cuenta, pero no entendía su funcionamiento. Al inicio, el paso lógico era seguir cuentas de sitios informativos o periodistas porque las noticias fluyen con mucha mayor rapidez (casi al momento). Y eso hice.

Los seguimientos se multiplicaron y sin darme cuenta terminé envuelto en batallas de gifs, compartiendo memes y siendo un gran entusiasta del tren del mame. Fue como darle alcohol a un borracho.

Tras los saludos y cortesías vinieron prudentes opiniones. Más en confianza siguieron los chistes simplones, hasta que llegó el sarcasmo: la forma más baja de humor pero la más alta expresión de ingenio, como dijera Oscar Wilde.

Desde 2009 fue la misma arroba, @albornozmx, hasta que un algoritmo interpretó una broma como amenaza y me suspendieron sin opción de apelar el caso. La cuenta actual no varía mucho: @albornoz_mx.

Fuente de información, comunidad y mame.

Sigue siendo la principal fuente de información gracias a la preferencia de muchas figuras públicas por esa plataforma. Y no sólo de periodistas, sino de políticos cuyo activismo amplifica la discusión (y el mame).

Prueba de ello fue Donald Trump, o qué decir de las huestes afines a López Obrador (coordinadas desde Palacio Nacional), quienes además con astucia y malicia han hecho de las redes un escenario de propaganda con batallas repetitivas e interminables.

Hoy somos personas más informadas, aunque no necesariamente más razonables. Los sentimientos son los que, para bien o para mal, nos impulsan a actuar con mucha mayor velocidad.

Los populistas han explotado la demagogia hasta difuminar los límites de la razón y la objetividad. La ética no importa: amplifican el mensaje con voceros adictos a su causa y millares de troles que replican con insistencia.

A la fecha una gran mayoría no entiende lo que es un bot, incluyendo a la soberbia no primera dama cuya antipatía se muestra de vez en vez aunque jure que se va de la red.

¿Sabían que el INEGI elabora un estado de ánimo tuitero? Es un trabajo de investigación que incursiona en aplicaciones prácticas de Ciencia de Datos destinadas a resolver problemas de Big Data.

Para ello pueden colaborar con el Pío Análisis: una encuesta dinámica que les permite clasificar los tuits para así encontrar el estado de ánimo de los tuiteros.

Lo malo de Twitter.

Los troles, sin duda. Aunque debemos diferenciar: hay grupos que existen sólo para su diversión, y están los que obedecen a agendas políticas.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española ya lo define: En foros de Internet y redes sociales, usuario que publica mensajes provocativos, ofensivos o fuera de lugar con el fin de molestar, llamar la atención o boicotear la conversación.

Escudados en el anonimato, los troles han obligado a la plataforma a establecer más filtros y medidas para combatir expresiones de odio e incitación a la violencia, siendo una tarea que nunca tendrá fin.

Regímenes políticos han capturado la conversación en las redes para confrontar y acotar, impulsar tendencias o dar sesgos cognitivos. Además, siempre estará presente la preocupación de censura.

En lo individual, si no entiendes el sarcasmo, si no puedes reírte de ti mismo, si eres de mecha corta o te enganchas en discusiones con facilidad, mejor no uses redes sociales. O no sé, toma terapia.

Twitter, la mejor red del mundo.

Lo bueno de Twitter.

Los mensajes de hasta 280 caracteres nos obligan ser inteligentes o creativos para redactar una idea. Y tuitero que se respeta lo hacía antes en 140 caracteres.

Y aún si decidimos crear hilos, el poder de síntesis nos ayuda a entender muchos temas o simplemente disfrutar anécdotas. Creamos situaciones o diálogos imaginarios, la mala ortografía puede ser intencional y robarse un tuit se vuelve un recurso humorístico.

Enriquecemos los mensajes con contenido multimedia, abrimos diálogos hasta con tuits de voz, exponemos ideas y reímos como nunca antes lo habíamos hecho.

Si las marcas no entienden esta dinámica, no destacan: se trata de interactuar a como dé lugar. No es un espacio estático en el que simplemente se publiquen spots o diseños publicitarios, pero ello requiere de creatividad y perder el miedo a las reacciones adversas.

Personalmente, he conocido a mucha gente con tantas especialidades u oficios que mi red de contactos profesionales es más útil aquí que en LinkedIn.

En la vida real, la probabilidad de tratar con muchos de los que ahora considero amigos tuiteros, sería cercana a cero. Da igual sexo, edad, oficio, estatus socioeconómico: en Twitter todos podemos interactuar con todos.

¿Influencers? ¡Ja! Esos a nadie le importan. Ni a su mamá.