Comunicación

Las redes sociales más usadas, para bien y para mal

Todos en la Matrix, pero sin ser Neo.

Nos exponemos públicamente a través de las redes sociales y nos encanta. Pero no sólo es un tema de vanidad, simplemente son imprescindibles.

17 Sep, 2020
Las redes sociales: nuestro gusto y necesidad.

Somos las redes sociales; somos el negocio.

Nos exponemos públicamente a través de las redes sociales y nos encanta. Pero no sólo es un tema de vanidad, simplemente son imprescindibles.

En primera instancia son un recurso informativo, enterándote de ideas u opiniones en temas de actualidad. 

Son entretenimiento puro, no sólo con audio o video, sino con el fantástico e irreductible entusiasmo de discutir y meternos en todo lo que se nos da la gana. Discutimos porque nos conviene, porque nos divierte o porque nos libera. 

Es perfectamente posible que una persona respetuosa y encantadora en la comunidad, sea una bestia impresentable escudada en el anonimato. ¡Y al revés! Que los más adorables en las redes sociales sean unos mezquinos desequilibrados en persona.

Excepciones son Fernandez Noroña o Salgado Macedonio: ellos son impresentables de tiempo completo.

¿El valor de las redes sociales? Los datos, eso es oro molido.

El mercado de datos

La vorágine de las redes sociales es consecuencia de un proceso inevitable donde convergen gigantes de tecnología impulsando negocios en los que los datos son oro molido.

Quién eres, cuántos años tienes, qué compras, en dónde, con qué, cuáles son tus búsquedas, hábitos de navegación, qué te gusta ver, quiénes son tus amigos, etc. 

Proveemos todo eso de forma voluntaria con el uso de apps, programas o dispositivos, u obligada en muchos casos porque para usar (lo que sea), debes aceptar términos y condiciones que nunca jamás vamos a leer.

Eso deriva en la venta de publicidad (o bases de datos, para tal caso), lo que ha permitido a los anunciantes de todo tamaño tener exactitud y objetivos medibles en internet.

Si acaso hay empresas que siguen recurriendo a medios tradicionales, es porque su presupuesto o capacidad se los permiten, aunque muchas podrían migrar 100% a lo digital y dejar para siempre la radio o la TV.

Al final, todos estamos en línea. Y qué bueno.

Los datos de mercado.

Vayamos ahora al gusto personal en las redes sociales. A la interminable batalla de «me gusta», compartiendo selfies o publicando opiniones a diestra y siniestra.

Si eres un influencer (odioso terminajo), tu éxito depende de ello. Lo obvio es que mucha gente consume tu contenido y lo comparte, pero más interesante aún es quién podría patrocinarte.

Claro que en ese mar de alternativas hay pocas ballenas y muchas sardinas: la calidad de contenido llega al nicho que corresponda y listo. Pocos capitalizan o derivan esos likes en acciones que remuneren, terminando casi siempre en un simple satisfactor personal que no conduce a nada más.

Pero aún sin ser un influencer (odioso terminajo), la utilidad de las redes es mucha y se puede aprovechar con recomendaciones, invitaciones o sugerencias que efectivamente dan resultados.

Visitar un café, comprar un producto, solicitar donadores de sangre o avisar de un suceso o evento en un lugar específico.

Si además tejes y cultivas relaciones productivas o interesantes, qué mejor. Pero lo virtual siempre tiene la posibilidad de ser útil y productivo.

Los mercachifles sin datos

Sean populares o no, son los amos de la corrección política y la cancelación. Los «Juan Escutia» de las causas woke, los que se inmolan con delirios de persecución o una extraña sed de justicia sin ton ni son.

Sin duda una de las más peculiares manifestaciones de importancia personal cuyo sustento se basa en los dichos pero nunca en los hechos. Nada de contexto y mucho pretexto.

Entran aquí los sock puppets o usuarios multicuentas que sirven a intereses particulares, como los de Palacio Nacional en sus siempre lastimosos hashtags de orgullo sin orgullo y de ataque, escarnio y cancelación.

Son unos idiotas, sí, pero también encuentran utilidad en las redes sociales, personal y económicamente, en muchos ámbitos de la comunicación política.

Los likes e interacciones se venden, existen tabuladores y catálogo de servicios disponibles hasta para los cretinos que no entienden lo que es un bot y les dicen así a todos los que los confrontan en redes sociales.

Las redes sociales más utilizadas en el mundo

  • Facebook: 2,400 millones de usuarios.
  • YouTube: 1,900 millones de usuarios. 
  • WhatsApp: 1,600 millones de usuarios.
  • Facebook Messenger: 1,300 millones de usuarios. 
  • WeChat: 1,098 millones de usuarios. 
  • Instagram: 1,000 millones de usuarios. 
  • QQ: 807 millones de usuarios. 
  • QZone: 532 millones de usuarios. 
  • TikTok: 500 millones de usuarios.
  • Weibo: 462 millones de usuarios.

Y considerando que Facebook, WhatsApp e Instagram son de una sola compañía, es complicado asimilar la dimensión de su influencia y penetración en el día a día de, al menos, la mitad de la población en el mundo.

Pero ya no hay vuelta atrás. Todos estamos en línea.