El falso mesías en portada: arte gráfico y contexto preciso
Tras la portada de The Economist, hemos reído mucho. Un magnífico trabajo de Israel Vargas que se titula: el falso mesías de México.
Así se leía en la portada de The Economist: El falso mesías de México.
Tras la portada de The Economist, hemos reído mucho. No por la portada en sí, que es un magnífico trabajo de Israel Vargas, sino por las airadas reacciones de los que se indignaron por el atrevimiento de titular así la portada: el falso mesías de México.
No he leído la revista porque no estoy suscrito y tampoco me interesa mucho, pero en el texto muestra del reportaje en cuestión habla de lo que se sabe desde 2018: canceló el NAIM o una fábrica de Constellation Brands bajo el pretexto de encuestas populares, fuera de toda legalidad, en las que votan sus acólitos para dar el resultado que quieren.
Que sometería a consulta el juicio a expresidentes, que rife aviones, que se comporta como regidor de poblado rural, pero con las facultades de un presidente de la República, con todo el poder de su lado y el descaro de usarlo a su favor para acumular más.
Le reconocen su ingenio por esas estratagemas y ocurrencias, pero saben muy bien que es un autoritario con disfraz de demócrata. Es lo que es, pero en días de demagogia y propaganda, exacerbada por tiempos electorales, las ofensas escalan aún más. Para nada es queja ¿eh?
Un gran trabajo gráfico en el que vemos a un presidente en tonos sepia, como en las fotos de antaño, al centro de una composición en la que destaca un halo de tono verde que lo santifica. El ejército es su apoyo fundamental, su sostén, además de ser su constructor y aliado principal. Una refinería quemando combustóleo y un logo de Pemex como símbolo de una fantasiosa soberanía energética.
El mensaje es la síntesis del ídolo popular, elevado a la adoración, como en la añeja propaganda comunista. ¿Su misión principal? El aislamiento, llevar adelante un proyecto de nación que debe ser exitoso por ideología, no por inteligencia en la economía. Un guiño a la figura del extinto Chávez. La portada es brillante.
Batalla de portadas
Las comparaciones de la ira chaira trajeron a colación la portada de Times, del año 2012, en la que figura el entonces presidente Peña con el titular «salvando a México». Un gran contexto también: tiempos del «pacto por México» y el inicio de reformas urgentes, sobre todo en el tema energético, con un nuevo aeropuerto como insignia para llevar al país a nuevas alturas.
Ambas portadas exponiendo el contexto del momento, aunque la de Peña fue muy cuidada para enaltecer la figura de un estadista, era demasiado sencilla. La dedicada a López es, en cambio, una obra de arte.
Fuera de esos comentarios, ¿hay algo en lo que la revista The Economist mienta, exagere o exponga como algo fuera de lugar? No lo creo. Aunque el secretario Marcelo Ebrard, ni tardo ni perezoso, hizo llegar una carta con observaciones, que no reclamos, denotando tres cosas:
Primero, es normal que un secretario de Relaciones Exteriores defienda los intereses de un país, pero su respuesta mostraba a un servil lacayo del patrón, sin tacto diplomático pero sí con bríos por ganarse el favor del mesías para ser candidato en 2024. Además, su lealtad debe ser enorme, más cuando debe enterrar a como dé lugar que el primer corrupto a señalar por el fracaso en la línea 12 del metro, es él. Se dirigía el «señor editor», pero es «señora editora» (emoji de risa).
Segundo, sugiere que a The Economist no le gustarán los resultados de la elección que tendrá lugar el 6 de junio de 2021, tal como pasó en 2018. ¿Sabe de antemano los resultados o de qué habla el canciller multifunciones correveidile? Tal vez lo escribió imbuido por el ánimo de creer que está con el equipo ganador y se pone la camiseta.
Y tercero, ¿todas esas reacciones por una portada de revista? Cuánta debilidad, fragilidad, falta de solidez, congruencia o mínima inteligencia. Pero en la vida chaira todo ello es normal, pues jamás habían estado expuestos a la crítica mediática desde el poder, para lo cual nunca jamás se prepararon.
Conclusiones
Los medios sí tienen intereses, por supuesto, y podrían ser escaparates adecuados para llevar a cabo relaciones públicas. Pero que eso sea posible no significa que en el desarrollo de un artículo no haya cierta investigación y se analicen contextos. Es lo normal: un medio trabaja en su reputación mediante la calidad de lo que ofrece a su público. O todo lo contrario, como youtuber propalador de bulos y falacias, o como tibio analista de afanes neutrales pero con cobardía notable y aires justificadores.
The Economist afirma que el desprecio del mandatario mexicano por las reglas es una de las razones por las que las próximas elecciones son importantes. «No está en la boleta; su único mandato de seis años expira en 2024. Pero la legislatura nacional está en juego, al igual que 15 de las 32 gubernaturas, diputaciones federales y miles de puestos locales», cita El Financiero.
Y es verdad. Todo, en ambas portadas y en ambos contextos.
En 2018, Genaro Lozano consideró que era indispensable leer los libros de López para entender lo que venía en país. «Es un autor que hay que leer, no solo porque va a ser presidente de México, sino porque en estos libros está mucho la forma en que piensa», se leyó en una nota de BBC.
Cultivaron a un mesías en una secta, y es tiempo de demoler a sus ídolos de barro. López es un narcisista, un débil mental vengativo. Si estás con él, es tu derecho y deseo genuinamente que tu adoración tenga eco en tu propio bienestar.
Pero de que es el falso mesías de México, de eso no hay ninguna duda.