Ley del vacío: llenado de forma permanente
El universo con terror al vacío.
Por eso el agua siempre encuentra su cauce.
Oh, verdad universal, existe una ley del vacío.
El vacío existe de forma natural o puede ser provocado artificialmente: es la ausencia total de elementos en un espacio, la falta de contenido al interior de un recipiente o incluso el espacio interestelar, cuya densidad de partículas es muy baja. Es la ley del vacío que, inevitablemente, siempre será llenado.
Tiene usos tecnológicos o científicos y se aprovecha en la industria alimentaria, automovilística o farmacéutica, aunque en la física cuántica se complican las cosas porque se habla de distintos vacíos.
Cuánticamente hablando, el estado de vacío no es desde ningún punto de vista un espacio con vacío absoluto: contiene ondas electromagnéticas fluctuantes y partículas que saltan dentro y fuera de la existencia.
Según la teoría de gran unificación, nosotros vivimos en el vacío de menor energía, el vacío verdadero, donde las partículas que lo habitan actúan entre ellas con tres fuerzas: la fuerza nuclear fuerte, la débil y la electromagnética. En la teoría del todo incluyen a la fuerza de gravedad.
La interacción de otras leyes
Que no podamos ver ciertas cosas con nuestros propios ojos, no significa que no existan. Sin embargo se puede teorizar al respecto. Y si bien no se sabe cuántos tipos de vacío existen, la física de partículas sugiere que por lo menos hay dos más en los que, quizás, las interacciones de elementos sean completamente distintas.
Tiene sentido. Después de todo, que no haya vida orgánica en, digamos, Júpiter, no significa que no exista vida como tal, una con características o condiciones fuera de nuestra percepción o entendimiento. Y en ese planeta, o en cualquier otro espacio de materia, actúan determinadas fuerzas con sus elementos, en una sucesión de eventos que no tiene fin.
Gurdjieff planteó en su escuela del Cuarto Camino la interacción simultánea de dos fuerzas cósmicas en todas las escalas: una ley de tres y una ley de siete. En la primera, con una fuerza activa, una pasiva y una tercera neutralizante que, a su vez, reinicia el proceso.
La Ley de siete se refiere a que «las vibraciones no son continuas sino discontinuas, sufriendo puntos de inflexión donde éstas se aceleran en un punto, se retardan en un segundo punto y en un tercer punto son directamente desarmonizadas». Octavas que podemos observar tanto en la luz, con siete colores en el espectro visible, o la escala diatónica de 7 notas musicales. El cosmos actuando de forma eterna, incidiendo en nuestro propio comportamiento y desarrollo.
Los otros vacíos
¿Y con nosotros qué? ¿Cómo afecta al pensamiento o las emociones? Desde nuestro nacimiento, nuestra percepción se va moldeando hasta amalgamarse con lo que nos rodea. Dicen que somos una esponja que todo lo absorbe o, si lo quieren ver así, se llena un vacío de forma constante hasta la consolidación de una personalidad.
Si todo es nuevo, entra sin problemas, tanto ideas como experiencias. ¿Pero qué pasa si eso que somos está a tope de información? Como una computadora en la máxima capacidad de su disco duro, debe eliminar archivos para contar con nuevos programas y archivos.
A partir de ese concepto me encontré que atribuyen a un tal Joseph Newton (no sé quién es), que «es preciso crear un espacio, un vacío, para que las cosas nuevas lleguen a tu vida. Es preciso eliminar lo que es inútil en ti y en tu vida, para que la prosperidad venga. Es la fuerza de ese vacío que absorberá y atraerá todo lo que tú deseas.»
Quitando lo de «prosperidad» y lo del deseo, la idea es precisa. El problema, quizás, es que siempre este tipo de conceptos van a derivar en ideas de feng shui, de que decretes tal o cual cosa, que el universo conspira a tu favor y ridiculeces prácticas para cursos y diplomados muy gustados por las señoras en Facebook. Pero de que tiene razón Joseph, la tiene.
La eterna lucha
Socialmente, la ley del vacío es notoria. Largo y sinuoso ha sido el camino de la humanidad para transitar de lo primitivo a una vida organizada en la que existe un orden, con medios de producción, instituciones y equilibrios que garantizan continuidad.
La animalidad está en nosotros, aunque se limita en buena medida por asirnos a leyes, reglamentos e identidad (cultural, religiosa o de nación). Pero, recordemos, todo cae bajo su propio peso por acción de la gravedad, con los elementos interactuando con las fuerzas de su entorno. Naturalmente, tenderá a lo negativo, tanto en lo individual como en lo colectivo.
Por eso se requiere esfuerzo y constancia: es un ejercicio permanente que demanda atención, recursos, educación, capacitación, disciplina, etc. Con el abandono se rompen los equilibrios y sobreviene el desorden. Siempre al borde de caos.
Necesitamos llenar mente y espíritu, así como debemos seguir las leyes que nos rigen, respetando las instituciones como el gran logro que éstas representan. Porque ante la ley del vacío, siempre acechará la mezquindad de egoístas demagogos para llenarlo.